“La Poesía Infinita” es una muestra de óleos y acuarelas de Elisa Semino que deja conocer los gestos que hacen a su obra: retratos de personas, abrazos, expresiones y los climas de bares y café. Entre escenas cotidianas, pinta aquello que no está dicho. Cuenta Elisa: «El Café La Poesía es mi lugar en el mundo: ahí el tiempo parece detenerse interceptado por aromas porteños. Es un espacio de encuentros fraternos, y de apacibles cafés a veces gratamente solitarios. Sus ritmos ciudadanos, sus sabores, sus luces ambarinas son para mí una oportunidad donde fluye la inspiración para la creación artística. La Poesía tal vez sea eso que su nombre menciona, una simple y necesaria experiencia poética».
Sobre Elisa Semino
Nació cerca del río, en San Isidro. Pasó su infancia admirando los colores de los aromos, las manchas de sombra en las veredas de Acassuso, andando en bici, esperando las vacaciones y luego el inicio de clases entre tinenti, mancha venenosa e intercambio de figus. Dibujó retratos de su familia en las tardes de otoño. A los 15 se mudó a Palermo. Por esos tiempos conoció a Cook, Cortazar, García Márquez y San Telmo, y el mundo se agrandó a sus pies. Descubrió la magia de los bares, el envolvente aroma del café junto al sabor del cigarrillo, la lectura silenciosa ,los debates apasionados y siguió pintando.
Cuando su intento de cambiar el mundo le daba un respiro, visitaba reincidentemente el Museo Nacional de Bellas Artes, recorriendo una y otra vez los trazos de Degas entre los tules del tutú de sus bailarinas. Fue en una de esas visitas en que se enamoró de Marc Chagall a primera vista. Y siguió pintando. Sufrió el exilio interno, como tantos otros sobrevivientes de su generación. Ya en los 80, pudo ir a Gente de Arte de Avellaneda, siendo discípula de Miguel Oliveri. Eligió ser maestra de escuela primaria y luego estudiar sociología. Paralelamente de la mano de otros maestros fue transitando el lenguaje del arte. Habiendo participado en diferentes talleres como el de J.Aranda del CCB, el de «Tintas y aguadas» de la artista Mabel Berzano y el «Taller de Acuarelas» con Luis Cámara, incursionó también en la «Antropología de la Pintura» de la mano del artista Nicolás Menza. Desde hace tres años asiste al atelier «les Catre Cats» del artista Jorge Alio.
Siendo sindicalista docente, atravesada por la épica de las luchas colectivas, entre banderas y utopías compartidas, decidió retratar gente, abrazos, expresiones, climas de bares, sombras y luces de espacios circundantes y de otros más lejanos. Busca desafíos constantemente a través del empleo de diferentes materiales como óleo, tintas y acuarelas, con el fin de plasmar algo más, eso que a veces está ahí y pasa inadvertido, tal vez el alma de las formas. El arte en sus manos intenta ser un lenguaje que permita expresar lo cotidiano que no está dicho, lo que nos hace personas, la luz y la sombra de los sentimientos, en fin, lo que a veces puede creerse que es invisible, la humedad que flota en el aire de algún bar o, tal vez, simplemente darle forma y color a la Poesía.
